Durante el mediodía de ayer, una nueva recámara donde se aplicaban penas de muerte mediante inyección letal ubicada en San Quentin, California, cerró sus puertas. La recámara iba a ser utilizada contra 737 condenados por delitos de gravedad.
"Tenemos el derecho a matar? No creo que lo tengamos, somos mejor que eso y no podemos dejar que nos defina moralmente", fueron las palabras empleadas por el gobernador Gavin Newsom, quién además sostuvo que "si se viola, no violamos" y "no puedo autorizar una política que envíe a matar a cientos sabiendo que pueden ser inocentes".
La pena de muerte en California fue utilizada por última vez en 2006, y desde entonces ha caído en desuso por sus críticas de efectividad, convicción de culpabilidad y falta de humanismo.
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